Esa distinción me parece esencial. Heredero en el tener, obviamente genera una riqueza material, pero esta riqueza está limitada. Heredero en el ser genera una riqueza infinita : « Si cada uno de nosotros tenemos un objeto y los intercambiamos, cada uno tenemos un objeto. Si cada uno de nosotros tenemos una idea y las intercambiamos, cada uno tenemos dos ideas. » (Proverbio chino, in Favre, Dictionnaire des idées non reçues - Diccionario de las ideas no admitidas, 1994, p. 271.)
A nivel del tener, Still nos ha dejado muy pocas cosas. Evoca a menudo la actitud con la que tiene que observar y trabajar el osteópata, pero no facilita casi ninguna técnica. Parece que ello haya sido deliberado por su parte : «Deseo expresar claramente que existen numerosos medios para ajustar los huesos. Y cuando un osteópata no utiliza el mismo método que otro, no demuestra en absoluto ninguna ignorancia criminal por parte de uno u otro, sino simplemente dos medios distintos para obtener el mismo resultado… Cada osteópata debería utilizar su juicio personal y elegir su propio método para ajustar todos los huesos del cuerpo. El problema no está en imitar lo que hacen con éxito unos cuantos osteópatas, sino en volver a llevar a un hueso de lo anormal a lo normal. » (Still, 2001, 44).
Si embargo, ha insistido mucho sobre el ser, desarrollando ampliamente los aspectos filosóficos y espirituales del enfoque osteópatico. Es a ese nivel que me siento heredero de Still. Me siento conectado a la misma fuente : la del ser, de la consciencia.
De la consciencia
En el número 4 de la revista belga Thinking, Jacques Andréva Duval dice algunas palabras sobre Rollin Becker y la experiencia vivida junto a él. Propone algunas citas como esta : “ Todas las células tienen dos cosas en común: 1/ una filosofía*, 2/ un propósito. En cuanto a filosofía, son universales : obedecen a las mismas leyes; en cuanto a propósito, simplemente tienen una acción específica (células del hígado, del sistema nervioso, etc.). Y nosotros, como osteópatas, aceptamos su acción específica, pero trabajamos con su universalidad.” (Duval, 1998, 5.) Para el osteópata que ama visceralmente la globalidad, esta propuesta es particularmente interesante : trabajar con la universalidad celular nos sitúa en un punto de causalidad, sueño secreto de más de un osteópata. Desgraciadamente, Becker no nos precisa ni a qué corresponde la universalidad celular, ni lo que es la filosofía de una célula.
Filosofía celular
¿ Es posible que unas células tengan una filosofía ? Si es así, ¿ de qué se puede tratar ? ¿ Qué modelo imaginar para esto ? Una de las posibles definiciones de la palabra filosofía podría convenirnos : “ Concepción de algo basado sobre un conjunto de principios, esos principios. ” (Larousse.) “ Concepción general, visión más o menos metódica del mundo y de los problemas de la vida. ” (Le Robert.) Aplicado a la célula, la definición se encuentra particularmente reducida. ¿ Qué principios fundamentales, qué motivaciones esenciales animan a la célula ? Nos hemos quedado con vivir o sobrevivir, como sentido más sencillo, el más evidente, de continuar existiendo. Es cuando el concepto ser se ha impuesto, concepto que pone a prueba a más de una neurona humana desde hace mucho tiempo y a partir del cual me he esmerado en concebir un modelo utilizable. Es ese modelo el que deseo presentar.
La célula, una consciencia
Con el concepto ser, probablemente hemos remontado al más alto de los escalones de la causalidad.¿ Pero qué quiere decir ser ? Por supuesto, el diccionario nos dice muchas cosas, pero nada sobre la esencia, el mecanismo, el acto de ser.Ser, existir, se deriva de una decisión : Yo soy. Yo soy, me define como yo centro, fulcro*, con respecto a un entorno que considero como exterior a mí, diferente de mí, definido o considerado como no-yo. Así, la decisión yo soy crea la dualidad. Yo soy crea la individuación y al mismo tiempo la consciencia, la de ser, de existir como separado de un entorno considerado como exterior. ¿ Consciente una célula ? ¡ Delirio ! Calmémonos y examinemos los hechos. Ser, es separarse creándose a sí mismo en relación a un no-yo. Es individualizarse. Hay diferenciación. Esto nos refiere a una definición dada por Spencer, gran inspirador de Still, recordémoslo : “ Schelling decía que la vida es la tendencia a la individuación. Esta fórmula, en primera instancia, no significa gran cosa. Pero no hay más que examinarla a la luz de los hechos del desarrollo y del contraste que separa las formas inferiores y superiores de la vida, para reconocer en ella su valor y sobretodo su alcance. ” (Spencer, 1877, T.1, 71.) A partir del momento en el cual ella existe, individualizada, la estructura viva se sabe existir independientemente de su entorno y su entorno la conoce como existente. Hay consciencia*. Esta palabra está formada por dos raíces latinas : co de cum, “ con ”, que sugiere la asociación (como en coexistencia, conocimiento, etc.) y scire, “ saber ”.
Nuestra dificultad para imaginar la consciencia celular viene del hecho de que asociamos el concepto de consciencia a nuestra capacidad para observarnos siendo. Confundimos ser consciente y ser consciente de nuestra consciencia. Este concepto de la consciencia es una abstracción que proyectamos inconscientemente en nuestra observación de lo vivo. Como las especies llamadas inferiores no están dotadas (aparentemente…) de la misma capacidad de abstracción, decimos que estas no son conscientes. Simplemente estas no tienen la misma consciencia que nosotros. Hay confusión en el nivel de abstracción.
Ser consciente, es existir, simplemente; o existir, es ser consciente. Los dos son indisociables. Y vivir, es experimentar* el ser o la consciencia. Se puede decir entonces que todo ser vivo, desde el más simple al más complejo, es consciente. Además, hará todo lo posible por conservar su consciencia, es decir, su estado de ser o de existencia. Mecanismos tan complejos como la inmunidad y la homeostasia encuentran aquí su origen. La consciencia de sí parece ir creciendo conforme a la evolución de los organismos:” La “percepción del yo”, confusa de entrada, después cada vez más explícita, aparece, se puede suponer, a partir de comportamientos instintivos vinculados a la supervivencia. Pero es muy difícil decir nada más. Seguramente carecemos de las palabras para ello. ” (Reeves, 1986, 186.)
Ser consciente de su consciencia, parece ser el atributo propio de nosotros, Homo sapiens, y nos diferencia radicalmente de los sistemas vivos llamados inferiores. Por cierto, la posibilidad de ser consciente de su consciencia, sugiere la existencia de un Yo diferente al del organismo, y que lo controla, como el conductor controla su coche o el cochero su carruaje, metáfora a menudo propuesta en la filosofía hindú. Pero esto es otra historia sobre la cual volveremos más adelante.
Ser, es ser fulcro. Ser, es crear un universo en el cual, yo es el centro, inmóvil, fulcro de una periferia en movimiento. Por supuesto, esta inmovilidad es relativa al universo del cual yo soy el centro. Pero al igual que las muñecas rusas (matrioskas), existe una infinidad de seres, centros inmóviles de su universo, incluidos en otros universos, por tanto móviles con respecto a un Yo fulcro que los centra, etc. Al ser la inmovilidad la naturaleza esencial de un fulcro, todos estos fulcros son relativamente inmóviles. El único fulcro absolutamente inmóvil sería el Creador de todo el universo, el Fulcro de los fulcros. Pero eso es igualmente otra historia, que no abordaremos aquí.
Por otra parte, ser, es crear parejas, siendo la primera yo/no-yo. Así, cualquier creación es relativa y no existe más que en relación a su opuesto. Estos dos opuestos existen el uno por el otro y están en constante búsqueda de equilibrio recíproco. La creación de la pareja lógica yo/no-yo crea otras parejas lógicas asociadas: centro/periferia, inmovilidad/movimiento, causa/efecto, expansión/retracción, etc.
Ser, es determinarse diferente o separado, individualizarse por tanto, pero ¿como saber que esto es así, es decir, saber que se continúa siendo, dicho de otra forma, experimentando el estado de ser? Para ello, se necesita un sistema que permita establecer, mantener o sentir permanentemente la diferencia entre el yo y el no-yo. Para la célula, la membrana le procura una barrera material, pero si esta barrera separa (una vez más la consciencia…) un espacio interior de un espacio exterior, proporciona un límite físico al individuo, sin embargo, no le permite experimentar, sentir que existe. Esta constituye la estructura de la existencia, pero todavía no de la función.
La sensación de existir nace del intercambio con el exterior. La dualidad yo/no-yo crea la dualidad influjo/eflujo *. El eflujo, al no poder ser infinito, debe invertirse, lo que provoca un influjo que intenta equilibrar la diferencia de potencial entre yo y el exterior. Pero en el momento en el cual el retorno del flujo va a equilibrar esta diferencia, la necesidad de existir o de sentirse existir, lo vuelve a crear hacia el exterior. Así se establece una alternancia de eflujos e influjos, buscando un equilibrio imposible: « En la alternancia, tenemos la palabra “alter”, el otro. Para que el yo exista, hace falta un tú. Sin el Tú, no hay Yo. » (Pezé, 1993, 32.)
Richard Moss expresa el mismo fenómeno de otra manera: « De hecho, es imposible llegar a ser consciente de cualquier cosa sin separarse de ella previamente. Piensen por un instante en el viento. Si se desplazan a la velocidad del viento, no lo sienten. Para llegar a ser conscientes de ello, deben resistirle, rechazarlo. Esto es el ego : el Yo que lo rechaza Todo . Debe desolidarizarse de una intimidad fluida con la Existencia y es esto lo que, paradójicamente, nos permite llegar a ser conscientes de la Existencia. El ego nace del contraste : exige una separación; necesita la interacción. Da origen a la voluntad propia y al primer discernimiento : sí o no. Y éste puede estar amenazado. » (Moss, 1996, 38.) Así, existe en lo viviente una eterna dualidad entre fundirse y resistir, entre ir hacia y replegarse.
Este intercambio permite a la célula sentirse existir como individuo… Para que la sensación exista, se necesita que haya un cambio. Que este cambio se produzca hacia el exterior o el interior importa poco, simplemente se necesita que exista. La alternancia de eflujo y de influjo manifiesta o crea el intercambio y permite a la estructura viva saber que existe, mientras mantiene una cierta conservación de la energía. La consciencia se mantiene por esta alternancia: « Consciencia y respiración se confunden : se hacen uno. » (de Smedt en Le Nouvel, 2001, 10.) Como cualquier fenómeno alternativo, tiende a organizarse y a estabilizarse según un ritmo. Este intercambio crea igualmente un ciclo* de movimiento alternativo de expansión/retracción en el seno de la célula. La célula puede así, ser considerada como un convertidor : convierte el intercambio o la comunicación en movimiento. Así, de la inmovilidad nace el movimiento.
A propósito de esto, aquí está lo que escribió Thomas F. Schooley, alumno cercano de Sutherland: « Si cualquier fragmento de materia está en movimiento y si cualquier movimiento es fluctuante en su fase primaria, al estar compuesta la fluctuación por dos ciclos, uno expansivo y el otro contráctil, entonces la fluctuación es rítmica. Si una fase está originada por la otra, entonces debe de haber un intercambio de factor de energía entre las dos fases de la fluctuación, puesto que el movimiento demanda energía para producirse. Si la fluctuación aparece en cualquier fragmento de materia, debe existir un punto central a partir del cual ésta se origina y entonces, en este punto, no hay movimiento y puede llamarse fulcro. De este modo, debe existir un fulcro para cada átomo, cada molécula, cada porción de materia. » (Schooley, 1951, 72-73 y Magoun, 2000, 102-103.)
Es un truismo decir que el cuerpo es un sistema organizado. Esta constatación es la que condujo a Still a concebirlo como creado por un Gran Arquitecto : « Cada trazo del Maestro Arquitecto del Universo, determina una prueba de inteligencia, y Su obra es absoluta. » (Still, 1998, 258.) Sin embargo, lo que nos interesa aquí no es tanto el diseñador, sino la manera en la cual el sistema está organizado, ya que la organización parece ser una palabra clave de la evolución.
Haciendo frente a la pulsión de supervivencia, fundamental para cualquier organismo vivo, en general se considera la constitución de los diferentes tipos de tejidos y de órganos como la respuesta a las necesidades experimentadas por los sistemas vivos conforme a su evolución y su “ complejificación ”. Con cada incremento del grado de complejidad, aparecieron nuevos problemas para los cuales ha sido necesario encontrar soluciones tan urgentes como eficaces. Igualmente se puede suponer que en cada etapa, numerosas soluciones han sido probadas antes de que la adecuada surja y prevalezca. Pero al mismo tiempo, cada solución encontrada en un momento dado de la evolución, ha originado la aparición de problemas más complejos que ha sido necesario resolver creando otras especializaciones, etc. Así, frente a la necesidad de funciones especializadas, se han creado estructuras diferenciadas. Lo mismo podría formularse a la inversa : así, se han creado estructuras diferenciadas, teniendo la tarea de asegurar funciones especializadas. De esta reversibilidad en la formulación se desprende que con estructura y función, nos topamos con términos emparejados, con una dicotomía, el anverso y el reverso de la misma moneda. No se puede, en lo vivo, concebir y definir el uno sin el otro. Regresamos al concepto dialógico de Edgar Morin: hacer dialogar a los aparentemente opuestos, en lugar de oponerlos.
Todo esto, irresistiblemente, evoca la célebre frase atribuida a Still: « La estructura gobierna la función.» Este concepto se hereda directamente del pensamiento de Spencer : « Desde el enfoque holístico a los mecanismos de la fisiología, pasando por la electricidad y el magnetismo, la filosofía de Still está impregnada de alusiones a la filosofía spenceriana, haciendo hincapié en los temas preferidos por Spencer, como son la causalidad natural, o causa y efecto, la mutua dependencia de las partes, la estructura y la función, los efectos del uso y el desuso, el concepto de materia, movimiento y fuerza, así como el termino “Incognoscible”, refiriéndose a Dios.» (Trowbridge, 1999, 163.) Recalquemos, sin embargo, que aunque esta lacónica frase resume bastante acertadamente uno de los conceptos fundamentales de la osteopatía - la relación de la estructura y de la función - , no se encuentra formulada de esta forma en ninguno de los escritos publicados de Still…Por otra parte, enunciado así, el concepto resulta ambiguo, principalmente por el uso de la palabra gobierna, cuyo sentido se ha alterado considerablemente con el paso del tiempo. Esta ambigüedad ha llevado a más de un osteópata a conceder a la estructura más atención de la necesaria. Gobernar, nos dice Larousse, es dirigir con la ayuda de un timón. Mientras que, la función de un timón es la de orientar hacia una dirección, no la de empujar. Dicho de otra forma, la fuerza, la potencia motriz viene del motor, un sistema independiente del timón. En lo viviente, la estructura orienta la pulsión vital, pero la potencia proviene de la vida. Por tanto, es la vida la que debemos comprender. Para las necesidades de nuestra “modelización”, vamos a definir estructura y función:
La estructura: en el reino de lo vivo, la estructura es una organización material destinada a orientar la pulsión no específica de la vida hacia manifestaciones específicas, como son las funciones, con el objetivo de satisfacer las necesidades particulares en relación a la supervivencia del organismo.
La función: es la pulsión vital, no específica, canalizada y dirigida por una estructura para convertirse en específica, con el objetivo de resolver uno o varios de los problemas particulares relativos a la supervivencia del organismo.
Como hemos considerado a la célula como una consciencia que determina un espacio limitado por una membrana y centrado sobre un fulcro, podemos considerar el cuerpo como una organización de espacios y de límites, centrados sobre fulcros. Un espacio organizado de consciencias o un espacio de consciencias organizadas… Esta yuxtaposición de espacios limitados acaba por constituir volúmenes y por tanto, formas*, manifestando la totalidad un movimiento permanente de expansión/retracción, manifestación perceptible de la vida.
El cuerpo se convierte entonces en un conjunto líquido pulsátil rítmico (expansión/retracción), organizado por un sistema de tabicación fibroso (membranas, fascias), centrado mecánicamente sobre el fulcro de Sutherland.En esta consideración, la primera estructura organizadora es la duramadre que, por su inelasticidad, transforma el movimiento de expansión/retracción tisular multidireccional, creando puntos de restricción de movimiento y zonas de libertad. De esta forma, la duramadre gobierna el sistema, organiza su mecánica. Es la que permite la aparición de movimientos diferenciados en el sistema cráneo-sacro-vertebral, en lo que conocemos desde Sutherland como movimientos de flexión/extensión de los huesos impares y mediales y de rotación externa/rotación interna de los huesos pares y periféricos.
Sabemos igualmente que en el tiempo de expansión del sistema, la flexión/rotación externa de las estructuras situadas en el eje cráneo-sacro-vertebral, induce un descenso de todos los tejidos periféricos insertados directamente a la base del cráneo o a la pelvis, el ascenso se induce durante la retracción provocando la extensión/rotación interna. Pero estos mismos tejidos periféricos, huesos incluidos, al estar ellos mismos vivos, poseen una pulsación rítmica que les es propia - una motilidad -, y que manifiestan individualmente en el seno de este movimiento colectivo, lo cual han puesto en evidencia Barral y Mercier en su enfoque visceral. Según la atención y la intención que utilicemos para controlar nuestra percepción, percibiremos preferentemente uno u otro de estos movimientos, los cuales son, recordémoslo, coexistentes. Estos diferentes movimientos son hoy día, bien conocidos por los osteópatas, que han intentado codificarlos. Nosotros los vamos a considerar como integrados dentro de movimientos más generales, testimonios relativos de fenómenos más absolutos vinculados a la vida misma y a su manifestación.
Curiosamente, estos movimientos no van a interesarnos particularmente : cuando los percibimos como normales y armoniosos, nos indican que la vida consigue manifestarse sin dificultad. La estructura viviente no tiene entonces necesidad de nuestra ayuda. Lo que nos va a interesar en particular, es el no-movimiento, que atestigua una dificultad de la vida para manifestarse y provoca alteraciones en la mecánica más íntima o micromecánica primaria del conjunto corporal, causa de alteraciones en la macromecánica secundaria del sistema corporal. En ese sentido, coincidimos completamente con el pensamiento stilliano: « Explorarlo todo detenidamente, no abandonar nunca mientras la causa no haya sido descubierta y utilizar lo que la mano de la naturaleza ha colocado en sus creaciones, no descuidar nunca las cosas menores pues a menudo contienen preciosas joyas. » (Still, 1999, 57.)
En resumidas cuentas, podemos imaginar el cuerpo como una medusa. De entrada, la imagen no seduce, debido a lo que evoca para todos nosotros la medusa. Sin embargo, simboliza especialmente bien, en mi opinión, la idea de movimientos fluídicos dentro de un fluido. La única separación entre fluidos interiores y fluidos exteriores, confiere al sistema identidad y organización mecánica, sin que por ello se altere su naturaleza intima : la de fluido.
Evidentemente, es la experiencia palpatoria que realizaremos con este sistema, la que nos permitirá acceder a la fluidez de las estructuras. Para el organismo humano, deberemos hablar más bien de su plasticidad, siendo la materialidad de ciertas estructuras, especialmente los huesos, la que los aproxima al universo físico.
Puesto que para mantener su consciencia de existir un organismo vivo debe intercambiar con su entorno, entonces es lógico considerarlo como siendo por naturaleza un sistema relacional, constantemente atrapado en el dilema de intercambiar con el exterior (conservar la sensación de existir), al mismo tiempo que preserva (mantener una separación). Esta dualidad lo hace vulnerable y lo conduce a unas respuestas “ comportamentales* ” particulares. Por tanto, lo que importa es de qué manera el sistema corporal reacciona frente a las dificultades que se encuentra en sus relaciones de vida. « Físicamente, mentalmente y emocionalmente, el cuerpo está en constante intercambio con su medio ambiente exterior. Este medio ambiente externo va desde el entorno inmediato del individuo hasta los espacios más lejanos del universo. En este caso, ¿ por qué separar el entorno interno y el entorno externo ? La expresión ‘el hombre y su entorno’ se puede expresar a través de un solo término : la biosfera. » (Wales ed, 1997, 204).
El abordaje tisular asume que incluso antes de la función fisiológica que debería asumir, la primera preocupación de cualquier estructura viva es continuar de existir, es decir sobrevivir. Entonces, secundariamente, al estar asegurada la supervivencia, la o las funciones correspondientes por derecho a esa estructura tisular se asumen automáticamente. De este modo coincidimos con Becker en su dicotomía universalidad/especificidad.
Así pues, ¿ cómo procede la estructura viva para preservar su supervivencia cuando se siente amenazada ? La solución más lógica ¿ no es la de aislarse, disminuir el intercambio con el medio ambiente que de ahora en adelante se considera hostil, en pocas palabras, individualizarse más todavía ? Para aislarse, una excelente manera es volver la membrana menos permeable. ¿ Y cómo hacerlo, si no es estrechándola, aumentando su tensión ? ¿ Es decir reteniendo energía ?
De este modo, podemos modelizar el comportamiento de una estructura viva confrontada a una amenaza reconocida de su entorno. Se individualiza. Con este nuevo punto de vista, ya no es únicamente el agente agresor que nos interesa, sino el comportamiento del agredido frente a la agresión. Nos encontramos aquí dentro del más absoluto relativo. En toda situación, debemos evaluar los factores objetivos (energéticos y otros), pero también los factores subjetivos (aceptación o rechazo) que modifican la relación, engendrando o no alguna resistencia o algún rechazo a comunicarse y por tanto alguna retención de energía.
Esta toma de consciencia me ha llevado al concepto de retención el cual implica por parte de la estructura viva una respuesta no consciente, pero activa, de retención de energía con el fin de aislarse del peligro que la amenaza. Incluso es posible que esta clase de respuesta – retirada, resistencia, rechazo -, haya empezado a existir con la estructura viva y que, por consiguiente, nos la encontremos, integrada al mismo mecanismo vivo cuya primera reacción frente a la adversidad es la retirada, la resistencia, el rechazo con todos los efectos secundarios que se derivan de ello : « La consciencia material, es decir la mente en la Materia, se ha constituido bajo la presión de las dificultades- dificultades, obstáculos, sufrimientos, luchas. Ésta ha sido por así decirlo, “ elaborada ” por estas situaciones, y esto le ha concedido una impronta, casi de pesimismo y de derrotismo, lo cual es sin duda, el mayor obstáculo. […] Es la gran base, la inmensa base de la Vida. Lavida se apoya sobre esto : sobre ese NO. Un no que toma mil formas, millones de formas y pequeñas enfermedades o pequeñas debilidades, pero que todas se encaminan hacia el deseo ardiente del no final : la muerte.» (Satprem, 1976, 199.) » Que extraña paradoja : ¡ unas respuestas de supervivencia que llevan a la muerte, por falta de consciencia !
Este modelo “ comportamental ” puede aplicarse a las estructuras sencillas, pero igualmente a las estructuras complejas que reproducen macroscópicamente los comportamientos de las estructuras microscópicas que los componen. En nuestras vidas, reproducimos esta clase de comportamiento, cada vez que estamos confrontados a situaciones que consideramos como agresivas o peligrosas : « La experiencia clínica ha demostrado que, por ironía del destino, a menudo son los mismos intentos del paciente para resolver el problema los que de hecho lo alimentan. Por tanto, es la solución intentada la que se convierte en el verdadero problema. » (Watzlawick, 1993, 86). Watzlawick evoca aquí las soluciones que, puesto que funcionaron en un momento de la vida de un sistema vivo, se utilizan sistemáticamente de nuevo posteriormente, sin ninguna adaptación a los cambios de las situaciones. Solo la consciencia de esta inadaptación puede permitir suspender el mecanismo, pero la abstracción necesaria a esa toma de consciencia no parece ser accesible a una célula viva. Necesita un punto de apoyo exterior. Es lo que el osteópata en técnicas tisulares se proponer suministrarle.
Sin embargo, podemos imaginar que este mecanismo tan fundamental para la vida y para la supervivencia de una estructura viva participó con fuerza en la evolución. Las retenciones de energía y las densificaciones generadas que terminaron por organizarse, e integrarse, modificaron de este modo la estructura de los organismos vivos y les permitieron evolucionar, por tanto sobrevivir.
Con el mecanismo respiratorio primario, William Garner Sutherland, nos describe una mecánica de la consciencia : es la consciencia la que produce la alternancia de expansión/retracción de una célula viva, movimiento primario que la vida manifiesta en cualquier estructura viva. Según el modelo de las células que lo componen, el cuerpo puede considerarse como un ensamblaje líquido pulsátil rítmico, estructurado por un sistema de tabicación fibrosa (membranas, fascias), cuyo movimiento está organizado por la duramadre y centrado mecánicamente sobre el fulcro de Sutherland.
Entonces la mecánica corporal sutil es la manifestación de la consciencia de la estructura viva y del mismo modo, la alteración de la consciencia de una zona tisular modifica su mecánica, alterando la de todo el sistema, según el modelo de la medusa evocada anteriormente. Así, ya no considero el organismo como una mecánica accesoriamente viva, sino como un sistema vivo accesoriamente mecánico. Esto explica por qué en vez de interesarme en primer lugar por la mecánica, he acabado por interesarme en primer lugar por la vida y por las actividades relacionales de lo viviente. De mecánicos de las palancas, hemos terminado por convertirnos en mecánicos de la consciencia…
Quien dice energía bloqueada, o retenida, dice densidad, tensión e inercia aumentadas. Además, la estructura tisular conduce con mayor dificultad la energía a causa del aumento de la densidad. Al haberse hecho vulnerable frente a los flujos que la atraviesan, su resistencia para comunicar inicia un comportamiento de ahora en adelante diferente, basado sobre la resistencia o el rechazo como garantía de supervivencia. Así pues, esta solución será sistemáticamente puesta en marcha en primer lugar, nada más se localiza una anomalía o un peligro en el entorno de la estructura viva. Como consecuencias de las retenciones destacaremos :
- Disminución de la consciencia (consecutiva a la disminución del intercambio).
- Aumento de la vulnerabilidad.
- Densificación, inercia, retracción (consecutivas a la retención de energía).
- Consecuencias mecánicas.
- Creación de un fulcro no fisiológico, que altera la mecánica de todo el sistema.
- Atracción de los tejidos conectados.
- “ Rigidificación* ” progresiva del sistema corporal, envejecimiento.
Desde el punto de vista de la consciencia, existen dos mundos : el mundo de dentro y el de fuera. Se podría hablar igualmente de espacio interior y espacio exterior, o de universo interior y universo exterior, interior y exterior constituyen los dos polos de una pareja dual que gestiona el espacio. Para una consciencia, el espacio interior es de naturaleza puntual. Es el centro donde se sitúa Yo. El espacio exterior es de naturaleza infinita y representa el no-Yo.
Nuestro modelo ha postulado que para mantener la consciencia de existir, Yo debe establecer y mantener un intercambio entre su interior (Yo) y su exterior (no-Yo), bajo la forma de influjos y eflujos. Este intercambio se hace bajo la forma de energía que se puede definir como « información en movimiento. » (Brinette, 1992, 23). Utilizada por los “ bio-energeticistas* ” (expertos en bio-energética), esta definición me parece particularmente pertinente. En efecto, tiene en cuenta dos aspectos – subjetivo y objetivo – de un mismo concepto. Me ha permitido comprender que retener energía, también es retener información y entender así algunos fenómenos que se producen a veces durante la liberación de zonas de retención, las descargas emocionales, por ejemplo. De la información, Brinette nos dice que es « un concepto que se desplaza » (Brinette, 1992, 23). La información no es de naturaleza material, ésta es sentido.
La palabra Concepto viene del latín conceptus, participo pasado del verbo concipere, ‘formar en su seno, contener’. « Representación intelectual de un objeto concebido por la mente » (Larousse). « Representación mental general y abstracta de un objeto. Idea (general), noción, representación ; concepción, conceptualización : abstracción, generalización. Los conceptos son independientes de los idiomas. » (Robert). Este último punto es capital a conocer y comprender : un concepto es una representación de algo, independiente del lenguaje usado para expresarlo. Esto nos será muy útil para comunicar con la estructura viva, la cual responde al concepto (a la información), y no al lenguaje. Del concepto también podemos decir que es la representación que permanece después de una experiencia.
La palabra información también viene del latín, informatio « dibujo », « bosquejo », « idea », « concepción. » Entre las definiciones de información, Larousse propone : « Elemento de conocimiento susceptible de estar codificado para ser conservado, tratado o comunicado. » Por tanto, aquí estamos muy cerca de la idea de concepto. Informar, es « transmitir una información » (Larousse), « Proporcionar una estructura, una forma, un significado a algo. » (Universalis).
En el transcurso de la evolución, al amalgamar la materia para constituir lo viviente y complejificándose* (haciéndose más compleja) como organismo, la consciencia, de lo puntual, se ha convertido en volumen. Se ha dotado de límites materiales, siendo un primer límite la membrana celular. En el cuerpo, cada estructura individualizada posee, por tanto, un adentro y un afuera separados por una membrana. El cuerpo mismo posee un interior y un exterior, separados por la piel.
El modelo tisular postula que en el espacio o mundo interior de un sistema vivo, existen todas las informaciones que le conciernen. Para ayudar a este sistema de consciencias, es necesario poder acceder a estas informaciones, después encontrar aquellas que son determinantes en relación a su dificultad como ser y finalmente trabajar con ellas para liberar aquello que debe y puede ser liberado.
Una estructura viva que resiste o se niega a comunicarse porque siente su supervivencia amenazada,vive una situación que contiene información, más o menos rica, más o menos compleja, según la situación vivida. Resistiendo o negándose a comunicar, una estructura viva retiene energía, por tanto información, en relación al mismo acontecimiento que produjo el rechazo. Así pues, una zona de retención puede contener distintas informaciones, relativas a los flujos de energía implicados en su creación; por ejemplo :
Decisión, consideración, rechazo. Para que una cosa exista en lo viviente, se necesita una decisión que la haga existir (un Yo soy, en cierto modo). Puede resultar difícil imaginar lo que puede ser la decisión o la consideración de una estructura tisular. Nos cuesta imaginarlo porque proyectamos en la estructura tisular el mismo concepto de consciencia que el que nos anima. Hay que ser mucho más simple. La conciencia tisular es una consciencia básica, casi exclusivamente basada sobre el yo/No-yo, por tanto, un pensamiento casi binario. Así pues, las respuestas a ese nivel serán igualmente básicas, basadas sobre la clase de respuesta asociada, es decir el sí/no. Por lo tanto, la decisión será no para negarse a comunicar. Aquí hay poco sitio para el quizás…
La no-comunicación es la consecuencia directa del rechazo. Genera una disminución de la consciencia de existir de la zona en rechazo, que se individualiza del organismo al que pertenece. Éste, pierde a cambio la consciencia de su existencia. La zona en retención sale poco o mucho del esquema de consciencia del sistema al que pertenece, y proporcionalmente de su control. Por este motivo, el paciente no sabe donde se encuentran sus retenciones. Solo es consciente de los disconforts que resultan de ellas.
El movimiento puede formar parte de la información retenida en una zona de retención, particularmente si el incidente que ha producido el rechazo contenía mucha energía cinética. Entonces, la liberación se hará esencialmente en y a través del movimiento. Esta clase de liberación es bastante característica del whiplash.
El dolor a menudo forma parte de la información retenida en los tejidos. Incluso es muy probable, que esté en el origen de lo que motivó la resistencia y el rechazo. En el momento de la liberación de una retención, el paciente verbaliza a menudo un dolor, no obstante un dolor distinto al dolor inflamatorio que aparece inmediatamente al contacto o a la movilización de una zona corporal. Éste, aparece durante el proceso, progresivamente, y casi nunca es intolerable, incluso si en algunas ocasiones puede ser fuerte. Muchas veces, el paciente verbaliza que es un dolor que alivia, lo que significa que corresponde a un proceso de liberación.
La emoción, frecuentemente está presente en cuanto a contenido informativo de una zona de retención. Todos hemos experimentado la liberación emocional que se produce durante una relajación tisular.
Residuos químicos y toxinas a menudo quedan estancados a nivel de una retención, o bien porque la situación que produjo la retención conllevaba un sustrato químico, o bien a causa del estancamiento que resulta del rechazo en comunicarse. La liberación de estos residuos o toxinas puede explicar ciertos fenómenos (cansancio, dolores difusos, etc.) que se producen en el momento de una liberación de retención, o en las horas o los días que siguen (toxinas liberadas en la circulación y que el cuerpo debe drenar).
Un índice de posición en el tiempo y el espacio también es una información grabada con la retención tisular. Es lógico, puesto que la situación que generó la retención se desarrolló en un momento dado de la vida del individuo y que el cuerpo en ese momento ocupaba una posición en particular en el espacio. Durante un proceso de liberación, a menudo sucede que se sienta los tejidos del paciente ir hacia una posición que corresponde a la del traumatismo que generó la retención.
Por otra parte, la retención de energía es una respuesta a una agresión. Cuando persiste, mientras que el acontecimiento que la generó ha desaparecido, deja la estructura fijada en un presente que ya no existe, un presente del pasado que la lleva a vivir el presente con parámetros del pasado y por tanto a estar inadaptada a la vida presente. El cuerpo no puede estar totalmente en el presente, lo que perturba su funcionamiento. Está cargado de zonas de retención que son tantos pasados que siguen existiendo en el presente. « Cualquier acontecimiento mental, emocional y físico que desvía, impide o interrumpe los ritmos libres inherentes de la vida, forja un eslabón en la cadena que vincula al hombre con su pasado. » (Frymann 1998, 253-254).
Lo que acabamos de expresar sobre los fenómenos de retención de energía y la retención de información evoca irresistiblemente el concepto de memoria. Retener energía, es retener información. La energía retenida se vuelve potencial y portadora de una información bloqueada en la retención que perturba la vida de la estructura y le impide vivir al presente. Esta memorización es tanto más perturbadora en cuanto que es inconsciente. Constituye una alteración no accesible espontáneamente a la consciencia del individuo, y gestiona sin que él lo sepa una parte de la vida de la estructura tisular. Así pues, nuestras técnicas de liberación son extremadamente bienvenidas para el organismo. « Los pacientes y sus problemas no vuelven sobre sus pasos para recuperar la salud : la salud es AHORA . » (Brooks ed, 1997, 247).
Tratar
« El osteópata es un mecanismo respiratorio primario involuntario en el seno de una fisiología corporal voluntaria viva. Su paciente está dotado de las mismas cualidades, es decir que es un mecanismo respiratorio primario involuntario en el seno de una fisiología corporal voluntaria viva. » (Brooks ed., 1997, 138). Lo que lo hace terapeuta, es que asegura en relación al paciente el papel de fulcro y utiliza las herramientas fundamentales de la consciencia, mientras aplica un modus operandi.
La herramienta esencial es la de la consciencia : la comunicación. Para ser eficaz, debe establecerse en torno a una realidad reconocida mutuamente. La realidad corporal es de dos clases :
- material, vinculada con la realidad física del cuerpo. La llamamos realidad objetiva;
- inmaterial, vinculada con la consciencia corporal, que llamamos realidad subjetiva;
La comunicación con el sistema vivo se propone alcanzarlo a esos dos niveles de realidad, por medio de lo que hemos llamado los parámetros de comunicación :
- los parámetros subjetivos, vinculados con el ser, son la presencia, la atención y la intención;
- los parámetros objetivos, vinculados con la materia son densidad, tensión y velocidad. Cuando el osteópata está sintonizado (en acuerdo) con la densidad de los tejidos de su paciente, obtiene una percepción de plasticidad.
Si admitimos la idea de que una estructura viva, sea cual sea, está animada por movimientos alternativos de expansión y de retracción, nos lleva a concebir el sistema corporal como plástico. Así, podemos comprender a Sutherland cuando escribe : « Los tejidos óseos son igualmente fluidos. » (Wales ed, 1990, 127).
Sin embargo, la plasticidad no es lo que experimentamos de entrada con las estructuras óseas. El primer malentendido – deberíamos decir mal-percibido – con la estructura corporal comienza muy temprano en nuestras vidas, la mayoría de las veces en la escuela. Donde descubrimos ejemplares de huesos reducidos a su parte mineral, seca, quebradiza, dura. Es a partir de esta experiencia inicial que se elabora nuestro primer modelo de la estructura ósea. Y como es la primera, ésta prevalece implícitamente mientras otra experiencia distinta no nos obligue a reevaluarla. Así, el concepto de estructura evoca algo material, fijo, rígido, no vivo.
Este mal-percibido se refuerza por el hecho de que en estado de consciencia normal, el hueso nos aparece efectivamente como rígido. ¿ A caso no es un armazón ? ¿ Cómo podría ser de otro modo que rígido ? En el estado de consciencia ordinaria, no discernimos que esta rigidez es relativa. Efectivamente, el hueso vivo es a la vez rígido y flexible. Es rígido gracias a sus componentes minerales, pero es igualmente flexible, gracias a sus componentes orgánicos. Para expresar el concepto de plasticidad sutherland usa la metafóra del roble : « Antes de convertirse en tronco seco, incluso el tronco del potente roble posee un cierto grado de flexibilidad. El alto pino de Noruega se dobla y oscila bajo el efecto del viento. Un pino de Noruega muerto, con el mismo diámetro y de la misma altura, situado a tres metros de ahí, es tan rígido e inflexible como un poste telefónico. » (Strand-Sutherland et Wales eds, 1998, 87). Pero aunque expresa su percepción de plasticidad, no nos dice nada respecto al estado de consciencia en el cual estaba para conseguir dicha percepción, ni del modus operandi que permite alcanzar ese estado. ¿Quizá no fuera sensible al hecho que tal percepción requiere un cambio de estado de consciencia ?Él vivía la cosa, sin darse cuenta verdaderamente que vivía algo diferente de sus contemporáneos. Lo que explica que hubiera numerosos malentendidos…
Cuando percibimos el sistema corporal rígido, nos referimos a nuestra consciencia mineral. Pero refiriéndonos a nuestra consciencia orgánica (la vida), podemos percibirlo flexible. Es modificando nuestro estado de consciencia (particularmente mediante el trabajo sobre la presencia) y encontrando un acuerdo con los parámetros objetivos (densidad) de la estructura ósea como podemos empezar a percibirla cómo plástica y a modificar nuestro modelo, nuestra concepción. Sólo la experiencia, parece ser, tiene el poder de modificar, actualizar de nuevo un modelo implícito. El concepto de fluidez o de plasticidad se vuelve lógico si consideramos la célula como espacio comunicante.
La explicación detallada del modus-operandi del tratamiento es demasiado extensa para poder ser desarrollada en el marco de esta conferencia. Por lo tanto, me conformaré con indicar las principales líneas.
Poner el sistema en comunicación : ya que la información que perturba el sistema existe en su seno, es ahí donde hay que ir a buscarla para liberar lo que deber se liberado. Pero en primer lugar es necesario llevar el sistema corporal en su conjunto a un estado de comunicación suficiente para permitirle facilitar la información. Esta primera fase es la más importante y la más larga de un tratamiento. Requiere la utilización de técnicas de abordaje global, particularmente la compresión occipital.
Buscar, encontrar, liberar las zonas de retención se hace posible una vez el sistema está comunicante. El abordaje mecánico es el que se usa en primer lugar : al estar considerado el sistema como plástico y pulsante, una retención altera su mecánica a la manera como un insecto atrapado en la telaraña altera la armonía del dicha telaraña.
Restablecer la armonía en el sistema : una zona de retención al alterar todo el sistema corporal, su liberación, aun siendo benéfica para la vida del organismo, inicia un cambio para el cual el sistema puede encontrar cierta dificultad en gestionarlo. El primer deber del osteópata es ayudar a la estructura corporal de su paciente a restablecer este equilibrio, ayudándolo particularmente a centrarse de nuevo sobre su eje mecánico primario (la duramadre) y sobre su fulcro fisiológico, el de Sutherland.
Esta breve exposición se propone expresar lo más sintéticamente posible los fundamentos del abordaje tisular. Más que una mirada sobre la osteopatía, se trata de una mirada sobre la vida. Sostiene mi acción como osteópata y como hombre, me permite establecer una coherencia. Esta visión resulta de una lenta progresión que me ha permitido descubrir que en el tratamiento osteopático, el osteópata no sabría conformarse en ser un ejecutante exterior, neutro, respecto a su paciente. La relación terapéutica implica, como lo dice Becker, a dos seres así como sus mecanismos voluntarios e involuntarios, actuando y reaccionando uno sobre el otro. Hoy me parece evidente que los límites de la osteopatía son esencialmente los del osteópata, lo que implica a la vez que para poder ayudar lo más eficazmente a sus pacientes, el osteópata debe empezar por ayudarse a si mismo y abrirse camino sobre las vías del desarrollo personal. Vivida así, la osteopatía me parece un enfoque puntero en la puesta en marcha de un nuevo paradigma terapéutico.
Biosfera (De bio- y esfera).1. f. Biol. Conjunto de los medios donde se desarrollan los seres vivos. 2. f. Biol. Conjunto de los seres vivos del planeta Tierra.
El diccionario francés da la siguiente definición para biosphèrepalabra femenina : Conjunto de los ecosistemas del planeta, que conllevan todos los seres vivos y sus medios. (c) Larousse.
Complejificación del francés complexificationpalabra femenina : Aparición sucesiva, en el Universo, de estructuras cada vez más complejas : partículas, átomos, moléculas, primeros seres vivos, cerebro humano. ( Como simple constatación, esta noción es independiente de cualquier apreciación filosófica o religiosa.) (c) Larousse. (NdT)
Complejificar, ver complejificación.
Comportamental del francés Comportementaladjectivo : Psicol. Relativo al comportamiento. (c) Larousse.
Energeticista, del francés énergéticien, enne palabra Especialista en energética. (c) Larousse.
Energético, ca. 1. adj. Perteneciente o relativo a la energía. DRAE.
Rigidificar del francés rigidifierverbo transitivo : Convertir en rígido. (c) Larousse.
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